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MONITORIZACIÓN DE LA CARGA INTERNA DE ENTRENAMIENTO A TRAVÉS DE LA PERCEPCIÓN SUBJETIVA DEL ESFUERZO (PSE)
1. INTRODUCCIÓN A LA MONITORIZACIÓN DE LA CARGA DE ENTRENAMIENTO
1.1 INTRODUCCIÓN
El principal objetivo del entrenamiento es optimizar el rendimiento del deportista. Esto se puede conseguir a través de una adecuada prescripción de la carga de entrenamiento y una apropiada recuperación, provocando posteriores adaptaciones de rendimiento. Atendiendo a los principios básicos de la adaptación del ser humano al medio externo, cabe señalar que el organismo mantiene un estado de equilibrio llamado homeostasis, que sólo se ve perturbado cuando actúa sobre el un estímulo o estrés que lo altera. En este contexto, se entiende que la actividad física es interpretada por el organismo como un estrés fisiológico. Por esto, para que un organismo incremente su rendimiento, necesita una exposición sistemática a nuevos estímulos (entrenamiento) que provoquen reacciones (adaptaciones) específicas en diferentes sistemas fisiológicos. Estos estímulos forman la carga de entrenamiento. Esta carga de entrenamiento impuesta al deportista va a provocar un descenso del nivel de rendimiento o reducción de su capacidad basal. Pasado cierto tiempo desde la aplicación del estímulo, el organismo comienza a recuperarse por encima del nivel de rendimiento que presentaba inicialmente. Este fenómeno ya lo describió Hans Seyle (figura 1), denominándolo Síndrome General de Adaptación (SGA)
Figura 1: Adaptación biológica provocada por un estímulo o ciclo de carga y su posterior periodo de recuperación. Soligard et al. (2016)
1.2 LA CARGA DE ENTRENAMIENTO
La carga de entrenamiento alude al estrés o estímulo al que es sometido el deportista durante el proceso de entrenamiento. González Badillo y Ribas Serna, definen la carga de entrenamiento como el conjunto de exigencias biológicas y psicológicas (carga interna) provocadas por las actividades desarrolladas durante el entrenamiento o la competición (carga externa). En estos términos, la carga de entrenamiento puede dividirse en dos: carga interna y carga externa.
La carga externa corresponde al estímulo que realiza el deportista, mientras que la carga interna representar la respuesta fisiológica (alteración homeostática) y la Percepción Subjetiva del Esfuerzo (PSE) que dicho estímulo genera en el propio sujeto, siendo la carga externa el factor principal que determina la carga interna.
Es importante mencionar que otros factores como la condición genética o nivel del deportista pueden influir en la respuesta del deportista (carga interna) ante la realización de una determinada actividad (carga externa). De este modo, como consecuencia de la adaptación biológica a los estímulos de entrenamiento puede generarse un aumento o una disminución del rendimiento, como se puede observar en la figura 2.
Figura 2: Aumento o disminución del rendimiento en función de la adaptación biológica. Soligard et al.
(2016)
El conocimiento de estos criterios nos lleva a la conclusión de que el rendimiento debe medirse en una doble vertiente, considerando todas las actividades que se desarrollan durante el proceso del entrenamiento, (figura 3) pero también el impacto que ellas generan en el deportista. Verkhosahnsky expone que la carga interna de entrenamiento viene determinada por el contenido (especificidad y potencial del entrenamiento), el volumen (magnitud, intensidad y duración) y la organización de la carga externa (distribución e interconexión de las cargas).
Figura 3: Proceso de entrenamiento. Impellizzeri et al. (2005)
Por todo esto, para evaluar las relaciones causa-efecto entre el entrenamiento desarrollado por los deportistas y las adaptaciones fisiológicas y de rendimiento, la cuantificación de la carga de entrenamiento es una cuestión prioritaria.
Carga externa de entrenamiento
La carga externa (CE) representa entonces la medida objetiva del trabajo realizado por el sujeto durante su entrenamiento o actividad competitiva. Los sistemas GPS son los instrumentos más utilizados para evaluar la carga externa de los deportistas. Estos dispositivos registran información sobre la velocidad, la distancia recorrida y las actividades locomotoras específicas del deporte, gracias a los sensores inerciales que llevan incorporados. Por lo tanto, la carga externa corresponde al estímulo realizado por el deportista, lo observable de su comportamiento y la demanda física, mientras que la carga interna representa la respuesta fisiológica que dicho estímulo genera en el individuo y que tendrá probablemente efectos anatómicos, fisiológicos, biomecánicos funcionales y psicosociales en él. “La carga externa es el factor principal que determina la carga interna”.
La carga interna de entrenamiento
La carga interna (CI) se refiere, por tanto, a aquellos estresores biológicos (tanto fisiológicos como psicológicos) que se imponen en el deportista durante el entrenamiento o la competición. Una forma muy común de valorar la carga interna ha sido a través de la monitorización de la frecuencia cardíaca (FC) y de la percepción subjetiva del esfuerzo (PSE), también conocida como RPE, del inglés “rate of percived exertion”. El empleo de la PSE en el control de la carga interna de trabajo se presenta como una estrategia práctica y de bajo coste, demostrando ser además una herramienta válida y confiable en deportes colectivos. En este sentido, la intensidad de la sesión medida a partir de la percepción subjetiva de esfuerzo se multiplica por la duración del entrenamiento (PSE) por minutos, obteniendo el valor de carga en unidades arbitrarias (UA).
Este método será el que se desarrollará posteriormente con mayor detalle. Es interesante señalar que la misma carga externa sometida a dos cuerpos diferentes puede provocar carga internas diferentes y, por tanto, adaptaciones individuales. Esto parece lógico cuando lo pensamos en dos sujetos diferentes (en talla, peso, edad, etc.), pero incluso jugadores con similares capacidades condicionales, pueden asimilar de distinta manera una misma carga externa, pudiendo no ser esta la óptima requerida para cada uno (por exceso o por defecto) y, aunque las implicaciones pueden ser triviales para una sola carga de trabajo (tarea, sesión de entrenamiento o microciclo), reproducidas sistemáticamente podrían provocar sobreentrenamiento o falta de estímulo, alejándonos del estado óptimo de rendimiento e incrementando las probabilidades de lesión en ambos casos.
1.3 IMPORTANCIA DE LA MONITORIZACIÓN Y CUANTIFICACIÓN DE LA
CARGA
El conocimiento de los factores determinantes del rendimiento y del perfil del deportista se presenta como un prerrequisito fundamental para optimizar la carga de entrenamiento. La cuantificación de las demandas del juego siempre ha sido vista como una de las claves a la hora de planificar los programas de acondicionamiento con precisión y asegurar las mejores condiciones del jugador para su desarrollo durante la competición.
Los técnicos y preparadores físicos se enfrentan al desafío de asegurar el equilibrio apropiado entre los estímulos de entrenamiento y los procesos de recuperación, a través del seguimiento de la carga impuesta en cada momento, para determinar la adaptación individual al programa, evaluar la fatiga y minimizar el riesgo de sobrecarga, lesión y/o enfermedad.
Según Buchheit, los principales objetivos del proceso de monitorización son:
· Proporcionar objetivamente una evaluación de la carga externa a posteriori de cualquier sesión de entrenamiento o partido.
· Optimizar los patrones de carga de entrenamiento.
· Tomar decisiones individuales referentes a la carga de entrenamiento para optimizar el rendimiento y prevenir lesiones.
1.4 RELACIÓN ENTRE EL NIVEL DE CARGA CON EL RENDIMIENTO Y LAS
LESIONES.
La relación entre el nivel de carga de trabajo y el rendimiento alcanzado tiene forma de U invertida, según el modelo propuesto por Busso en 2003 (figura 4).
Así, se debe buscar el punto más alto (o cercano) de la U invertida, es decir, el punto óptimo de carga aguda, suficiente y necesario. Suficiente para evitar una falta de estímulo y necesario, al mismo tiempo, para alejarse del sobreuso con el que se corre el riesgo de sobrecarga (descenso del rendimiento) o en el peor de los escenarios, de aparición de una lesión.
Figura 4: Relación entre carga de entrenamiento crónica y nivel de condición física. Gabett (2016)
Sin embargo, no todas las variables que parecen vincularse con el nivel de carga de entrenamiento, presentan la misma relación. Así la respuesta de la incidencia lesional en función del nivel de carga impuesto al deportista presenta una forma de U (no invertida en este caso) con mayor probabilidad de lesión ante cargas muy bajas y altas (figura 5). Esto significa que existe un cierto nivel de carga que disminuye las probabilidades de lesión respecto a niveles de carga reducida y excesiva. De este modo, la carga de trabajo desarrollada por los deportistas se presenta como uno de los principales factores de riesgo de lesión. Por tanto, la monitorización, el análisis y el seguimiento de la carga de entrenamiento y competición es una estrategia de gran utilidad a la hora de prevenir lesiones y optimizar el rendimiento.
Figura 5: Relación hipotética entre la carga de trabajo, el nivel de condición física o fitness, la incidencia lesional y el rendimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Este documento es una mera organización y resumen de los textos de estudio proporcionados por la plataforma Barça Innovation Hub en su curso: Gestión de la Carga de trabajo en Fútbol, para una lectura de fácil comprensión.