Uno más uno, ¿dos?

Articulo de uno de nuestros colaboradores Pablo Sanzol 

Uno más uno, ¿dos?

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Descripción

La variedad de opiniones y de mentalidad en el fútbol es lo que nutre a este deporte. La evolución del fútbol hubiera sido imposible si la visión reduccionista, aislada e individual se hubiera asentado con cimientos de piedra. ¿Qué sería del fútbol desde un punto de vista no integral? La reducción de lo complejo del fútbol provoca la suma de lo importante, pero no del todo. La totalidad ha de ser uno de los puntos relevantes a tener en cuenta, porque la suma de lo que se ha reducido no es en absoluto el todo que hay que valorar.

Los resultados eficientes en el fútbol se cosechan y se maduran en base a una visión sistemática. La totalidad no es el único supuesto determinante. El afán de conocer todo correctamente tiende a la reducción de múltiples factores, y aquí reside un error a eliminar. A mi modo de ver, el entendimiento del juego de forma lineal destierra mejores respuestas o la creencia que una defensa o ataque es más eficiente en función del mayor número de jugadores alineados en zona ofensiva o defensiva es totalmente falsa. Es decir, atacar con más delanteros no significa marcar más goles o crear más ocasiones de gol.

La separación de los conceptos de ataque y defensa organizada no la comparto por mucho que me obligaran a ello. La conexión entre estos momentos de partido es fundamental para entender el fútbol como un deporte colectivo en el que la interacción de todos los elementos es clave. No creo que el fútbol sea una mera interacción de jugadores, sino también una relación continua entre los momentos que se suceden y el medio que rodea a este deporte. El fútbol, por lo tanto, es abierto, complejo, total y persigue una finalidad. Todas estas características obvias deben ser consistentes entre sí, y aquí juega un papel demoledor el equilibrio.

Otro supuesto a tener en cuenta es que la visión sistemática deriva en la necesidad de crear situaciones reales de partido. Como afirma Seirul·lo Vargas, “las situaciones de entrenamiento han de practicarse de forma real, con oponente real, con los elementos del entorno específico del deporte que se esté practicando” o como afirma Carlos Corberán, “si el jugador no ve el partido en las tareas que le vas planteando, lo que siente en los entrenamientos no tiene nada que ver con lo que siente en el partido, y por lo tanto está entrenando a entrenar, y no entrenando a jugar, que es para aquello que debemos entrenar”. Los jugadores no deben aprender únicamente a entrenar, sino que deben aprender a jugar los partidos. ¿Cuál es el medio más eficaz para ello? Sin duda, aplicar la lógica interna del fútbol -espacio, duración, relación compañeros/adversarios, porterías y reglamento- y la especificidad -lo que aporta el sentido diferencial- a cada tarea que se implementa en el entrenamiento.

La adecuación de las tareas a un ámbito más real proporcionará situaciones de juego que el jugador deberá resolver de nuevo en un momento del partido. Cuanto más sencilla, real y más veces se repita la tarea, mayores automatismos se crearán. Se trata de dibujar una ventaja de cara a la decisión que deberá tomar el jugador en el partido. No hay mejor manera que repetir los conceptos tácticos innovando las tareas y  creando automatismos. En este caso, “se simplifica” la labor del jugador, pero no se desnaturaliza nada. 

En resumen, la consideración del fútbol como la suma de la técnica, la táctica, la preparación física, el liderazgo, la ética y la psicología es un error producto de la concepción reduccionista. Las sinergias y explosiones que se producen entre esas pequeñas sumas han de valorarse y solo así se cumplirán los presupuestos que realmente caracterizan al fútbol. En este deporte, uno más uno no son dos.

 

Fuente imagen: Diario de Navarra